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miércoles, 7 de octubre de 2009

TEXT DE LES AMBAIXADES MORA I CRISTIANA

AMBAIXADA MORA

EMBAJADOR MORO.-Fortuna favorable, pon en tu rueda un clavo,y mantente involuble,constante siempre y firme en ampararnos. Sigan, deidad hermosa, de tus benignas manos las gracias que franqueas a los felices héroes mahometanos.Nuestras armas dichosas se ven por vos triunfando, ufanas y altaneras del infeliz e y mísero Cristiano. Vuestro favor, auspicio y benéfico amparo, nos asiste, protege y a miles las victorias nos ha dado. Mi monarca invencible,Mahomad, a cuyo brazo no hay poder que se oponga en todos los demás reinos hispanos. Aquél que ya vencidos numera pueblos tantos, que no se halla guarismo para poder siquiera registrarlos; aquél ante quien gime el cristiano postrado, y estremecido teme el valor invencible de su brazo; aquél, en fin, insigne y valiente soldado, de cuyo nombre tiembla el aragonés como azorado. Esto os pide sumiso; que en la empresa en que estamos nos deis vuestra asistencia para hollar y rendir al alcodiano.¡De valiente y guerrero se jacta muy ufano, pero, necio, no piensa;que el famoso Al-Azraq es su contrario! Será su resistencia un valor muy incauto,una osadía imprudente,un esfuerzo falaz y temerario.Llorarán cuanto antes, sus hierros, aherrojados, arrastrando cadenas bajo el yugo y poder mahometano. Serán a nuestras plantas, vencidos y humillados,¡alfombras de honor nuestroa pesar de su orgullo necio e insano! Los héroes musulmanes, en su valor fiados, impacientes esperan el momento feliz de dar asalto. Difíciles empresas vencen a cada paso, ¿y esta pequeña villa habría de servirles de embarazo? No así lo conceptúo; antes creo que, tanto tardarán en rendirse, cuanto tarden en vernos acampados. Cuando vean al moro con el sable en la mano, tan marcial, tan airoso, tan bizarro, tan fiero y tan ufano, temblarán esos pocos miserables cristianos, ya voz en grito entonces clemencia pedirán, no hay que dudarlo. A la plaza me acerco; dirige Alá mis pasos y pon tanta energía a las voces que salgan de mis labios, que convencidos queden, que estén desengañadosy eviten el que se haga en sus vidas y hacienda un estrago. (El Embajador se acerca al castillo.)¡Ah del muro!
CENTINELA.- ¿ Quién me llama?
EMBAJADOR MORO.-Quien desea ser tu amigo,un moro que te saluda.
CENTINELA.-De tu nación no he tenido amigos ni me acomodan.
EMBAJADOR MORO.-Si no conoces lo fino de los pechos mahometanos,los desprecias sin motivo.
CENTINELA.-Cuando vosotros tratáis al cristiano con cariño, algún interés os llama.
EMBAJADOR MORO.-Engañado has discurrido, pues hoy vengo solamente a buscar tu beneficio.
CENTINELA.-Beneficios de tu mano los detesto y abomino.
EMBAJADOR MORO.- ¡Ah, que engañado vives!Tú mudarás de designio cuando sepas mi intención. Di al jefe de ese castillo que salga, que quiero hablarle.(Salen el Capitán, Alférez y boato cristiano)
CENTINELA.-Aquí llega ya el caudillo.
CAPITÁN CRISTIANO.-¿Quién me llama?
EMBAJADOR MORO.- Quien te estima; quien desea ser siempre vuestro amigo.Alá prospere, valiente alcodiano, tus glorias, tu salud y brazo invicto,El insigne Alamar, rey de Granada,cuyos dominios vastos y extendidos por límites tan sólo reconocen su libre voluntad, me ha distinguido entre tantos campeones musulmanes, para enviarte salud; y así te digo en su nombre, que está determinado a colmarte de dones exquisitos, conservar tus honores y grandezas, respetar los hogares y los ritos, de este pueblo esforzado y aliviarle las penurias feudales en que oprimido se encuentra el alcodiano, que escasea el preciso sustento de sus hijos. Si me entregas las llaves de esta villa, si depones el loco desvarío de proclamar por rey injustamente a ese aragonés tan fementido; si a Alamar Mahomad, rey invencible, mi estimado monarca, dais oídos, veréis luego lo fino de su pecho, lo amable, lo leal, lo compasivo. El, vuestro estado mísero conoce, él advierte y repara el gran conflicto en que estáis, ¡miserables alcodianos! Y es sólo su intención daros alivio.¡Ah si supieseis de su amor lo fino, ni un instante tan sólo os retardarais en hacerle señor de ese castillo. El os defenderá de todo riesgo, él será vuestro escudo en los peligros, en las desgracias será vuestro consuelo,en penas y zozobras el asilo ;será vuestro tutor en las angustias y será vuestro amparo en los conflictos.
En él encontraréis no un vil tirano, sino un conquistador y rey benigno. No será él un déspota orgulloso ,sí padre cariñoso con sus hijos.Yo no creo penséis en resistirle, pues será tal pensar vuestro exterminio. Son muy pocas y cortas vuestras fuerzas para hacer resistencia al brazo invicto de Al-Azraq, su caudillo, que ha aplastado los héroes valientes y aguerridos que a su valor quisieron oponerse, y ya su torpeza lloran vencidos. Es su poder sin límites ni cotas y su fuerza avasalla cuanto ha visto. Véncelo todo con su solo nombre, tal es el miedo y pasmo que ha infundido, que en oyendo decir: Al-Azraq viene! se le rinden las plazas y castillos. Nunca acabar sería si intentase sus proezas y hazañas referiros. Ya vista de esto, ¿intentaréis vosotros sus fuerzas resistir? ¡Ah!, no confío penséis tan poco cuerdos, pues sería buscaros la ruina y precipicio. No os detengáis, y pronto resolveos, pues conozco que estáis aún indecisos. Mirad qué respondéis, pues mis soldados el resultado del mensaje mío en los montes esperan impacientes, ansiosos de llegar pronto a este sitio.
CAPITÁN.-He oído tu arrogancia y me displace tu soberbia vana; no es valor la jactancia; en la guerra el que menos habla: gana, pues la lengua apreciada en la escuela de Marte es la espada. Rendidos miramientos afectas con tus muchas expresiones, pero es por cumplimiento sin que pasen a más tus intenciones. Mucho prometes ahora, más nada cumplirás llegada la hora. (Dirigiéndose a su Embajador.) Embajador, contesta, aunque no creo merezcan respuesta.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Al que te envía di, que pocas veces el cristiano tuvo la villanía de entregar los castillos y las plazas, sorprendido de dichos y amenazas. Con la espada en la mano, defendiendo los fueros del monarca, vertiendo muy ufano su sangre noble a golpes de la Parca rinde el aragonés las fortalezas, pero no seducido de promesas.
EMBAJADOR MORO.- ¡Ah, deslumbrado! ¿Mi oferta despreciáis? Sobre vosotros al instante mismo, va a caer el rigor del rey mi amo; el crudo golpe del fatal cuchillo que con felina rabia, mis soldados descargarán en el marcial conflicto sin perdonar edad, sexo ni estado.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Basta, moro, no más; obra a tu arbitrio, que yo he resuelto derramar mi sangre por Dios, la patria y por el rey que sirvo.
EMBAJADOR MORO.-Pues ya que sordo estás a mis promesas, ya que te burlas del esfuerzo mío, ya que no te intimidan mis guerreros, ya que desprecias los funestos filos de mi alfanje, que tienen por costumbre rendir al paso que se ven sus brillos, llegó ya el lance; el aciago día, en que, para mi gloria y tu castigo, bajen los torreones de ese muro, los altos capiteles y edificios de esa villa, a besar con vilipendio mi planta victoriosa, demolidos. Esa será la gloria de este pueblo, gloria que no dispenso a los vecinos, porque en cuanto entre en él, sin quedar uno, serán todos pasados a cuchillo. Consumirá el incendio vuestras casas, devastará vuestros hogares ricos, todo será pavor, susto y espanto, desolación, saqueo y exterminio.
EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Ciego, desventurado ismaelita!Si tú hubieras tenido otros principios, te diría que en mí obra una fuerza superior a la tuya, pues confío en el brazo invencible del Eterno; tengo el carácter de su Hijo ungido; llevo en mis triunfadores estandartes la augusta insignia en que sufrir. El quiso la muerte más atroz e ignominiosa, derramando el licor, licor divino de su sangre, y salvar al mundo todo que gemía esperando en la horrenda opresión de su pecado. Con esta insignia quebrantó sus grillos, rompió con esta insignia sus Cadenas, fue el reino del infierno destruido, triunfó de Lucifer. Venció a la muerte, cambió los ayes en alegres himnos. Pues con la misma insignia en este día, espero yo triunfar de tu atrevido,de tu bárbaro e indómito coraje, con general aplauso y regocijo. Espero ver tus africanas huestes alternando con quejas y suspiros detestar, maldecir la infatuada empresa de su pérfido caudillo; espero, en fin, ver a mi pueblo triste, libre de las penurias de este sitio, cantar alegres salmos y alabanzas, al Dios Santo, al Dios fuerte, agradecido, y adornar los dinteles de sus templos, con los trofeos que haya conseguido en la victoria que impaciente espera.
EMBAJADOR MORO.- Sella tu labio y no tan presumido cuentes por hecho aquello que la suerte de las armas dará por decidido.Tu orgullosa arrogancia me ha enseñado....
EMBAJADOR CRISTIANO.-Yo apoyo mi arrogancia en Jesucristo mi señor.
EMBAJADOR MORO.- Jajaja!Es un falso profeta!!!
EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Ah blasfemo! Teme los rayos, teme los castigos de su poder invicto e insuperable. El tornará en venganza de sus hijos y sembrará el terror, el susto y desorden sobre tus huestes...
EMBAJADOR MORO.- ¡Ah soldados míos!¡Alarma, al arma! Y sientan los cristianos el cruel estrago, los agudos filos de vuestras impertérritas cuchillas.¡Viva Al-Azraq! Tomemos el castillo.
EMBAJADOR CRISTIANO.- ¡Alcoyans! Per Sant Jordi i Aragó a defensar la fé de Jesucrist!!!

AMBAIXADA CRISTIANA


EMBAJADOR CRISTIANO: (El embajador cristiano, a la vista del castillo, exclama): Mon cor pels sofriments tan combatut, torturat de tristesa i desengany; l'angoixa i el dolor del bé perdut mostrar em fan als ulls el més trist plany. La desgràcia fereix el meu afany i em causa horror el veure'm caigut, i és tan forta la veu del meu lament, que de dol s'encapota tot el vent. A la vora del Serpis, riu tranquil que Alcoi, ma pàtria, generosament banya, i amb la seua corrent bella i gentil que matisa de verd vall i muntanya, pensatiu l'alcoià plora febril del funest desconsol sa pena estranya, i mil llàgrimes tristes ha vessat en veure's del seu poble desterrat. L'angúnia amb que hui plora l'alcoyà en contemplar sa pàtria, dolça amada, en poder del cruel mahometà; la mitja lluna ufana i exaltada, posseint els seus bens tan inhumà; la llei de Jesucrist arruïnada, victoriós l'Alcorà i la secta mora, és dolor que asfíxia i el devora, ¿Permitireu, oh Déu i Sobirà; quede Senyor d' Alcoi el moro altiu, derrotat vostre fill que és bon cristià i de l'ara el ministre fugitiu? No així, ¡oh gran Déu!, estel de l'alcoyà, Pare clement, pietós i compassiu; feu que cobren de nou els seus fogars i torne el culte a Crist en els altars. Vostre temple Senyor, s'ha profanat amb la falsa creença de Mahoma: el moro sacrilegis forja i la creu al seu pas trista es desploma. No puc veure ja tanta malvestat on l'himne ressonava i, ple d'aroma,perfumava les ares de Mariola i les vostres, gran Déu, amb alegria. ¡No permitiu, Senyor, que més s'allargue aquesta opressió del moro sense llei, i que la força als alcoyans embargue de mals que no tindrien ja remei. No permitiu Senyor que ara ens amargue el tedi i l'abandó en este servei! Feu-nos vèncer la musulmana escòria i assolirem l'honor de la victòria.Vostre poder diví, incommensurable,que al Mar Roig a milers enfonsà un dia, aquell quin poder incontrastable pot fer pols l'atrevida gosadia. Vine en nostra defensa, oh Déu amable! Nostra ferma esperança en Vós confia! Sigau escut i espasa en esta guerra, la mitja lluna enderroqueu per terra! Protegiu-nos, sagrada Verge Pura! Doneu alé a ma gent intimidada, perquè va sa constància poc segura amb les despulles de sa pàtria amada. Ha augmentat de les penes l'amargura a on la voluntat, desanimada, força al greu fàstic, fa por pels rigors, temença al dany i odi a les clamors! Envieu-nos, Senyor, a Sant Jordi amat, nostre insigne Patró, flama sagrada,i que ens done en la lluita el bon costat. Quede a les seues plantes espoliada la mitja lluna, quede arruïnat el pèrfid Alcorà, secta malvada,i veja's l'alcoyà lliure i en pau de l'enemic que vol tornar-lo esclau.(Acercándose al Castillo, continúa):! Ah del Castillo ¡ ! Ah del fuerte !
CENTINELA.- ¿Quién vive?
EMBAJADOR CRISTIANO.- Valencia, mi patria.
CENTINELA.- ¿Y qué pretendes, cristiano?
EMBAJADOR CRISTIANO.-Vengo a dar una embajada al jefe de ese Castillo; avísale, di que salga.
CENTINELA.-¿Aún insistís, infelices,con importunas demandas?¿Aún no estáis desengañados? ¿Aún queréis pruebas más claras, testimonios más patentes del poder de nuestras armas? Confesaos inferiores, humillad vuestra arrogancia, deponed vuestra soberbia, cese ya vuestra jactancia; buscad otro domicilio, que en Alcoy ya no hay entrada, pues necios la despreciasteis cuando con paz se os brindaba. Vuestra inútil resistencia ha sido causa de que ahora sólo halláis en Alcoy puertas cerradas.
EMBAJADOR CRISTIANO.-No es tu misión, centinela, más que el pasar la palabra; cumple con tu obligación para atender mi embajada; mi demanda observa bien, porque si no, a voces altas yo mismo le llamaré. ¿Qué respondes, di? ¿Qué aguardas? (Salen el Capitán, Alférez,
EMBAJADOR MORO y séquito.)
CAPITÁN MORO.-No te impacientes, cristiano, y mira que la desgracia va en pos de todos vosotros. No es tiempo ya de esa insana, infatuada altivez; sí de venerar las altas vencedoras Medias Lunas y banderas musulmanas.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Es verdad, pero al vencido nunca, señor, se le trata ni menos se le recibe con tal desprecio. Mi patria trata a los embajadores como a personas sagradas y como a tales les mira. No un centinela, el monarca es quien les recibe afable, les venera y agasaja. A más de esto, mi impaciencia procedía y dimanaba del deseo que tenía de ponerme a vuestras plantasy cumplir mi comisión.
CAPITÁN MORO.- Dila, pues, pronto.
EMBAJADOR CRISTIANO.- Escuchadla. Alcaide insigne, grande y valeroso, cuyas proezas y heroicas hazañas preconiza y publica por el orbe el sonoro clarín de inmortal fama. Oye atento, señor, para bien vuestro, mi comisión, mi encargo, mi embajada. Digresiones e hipérboles fingidas, adulaciones y lisonjas vanas excusaré en un todo, pues empleo, cual buen aragonés, pocas palabras. Mas si acaso lo vivo de mi genio, agregado al dolor que me acompaña, me hiciere prorrumpir en expresiones desatentas y poco moderadas, desde ahora, para entonces, os suplico,que procuréis, señor, disimularlas. Esta villa que estáis ahora ocupando es mi madre, señor, pues es mi patria; y al mirarla en poder de ajenos dueños, de tristeza y dolor se oprime mi alma. De mis padres y abuelos es sepulcro, pues sus huesos en paz aquí descansan; esta memoria triste devora con dolor indecible las entrañas. ¿Y juzgaréis poder desentenderme con criminal olvido de esta causa? De una parte, el amor que la profeso; de otra, el derecho a ella, me coartan a defenderla a costa de mi sangre, y a costa de mi vida a rescatarla. Lo mismo que yo digo dicen todos mis hermanos y amados camaradas; ellos desean lo que yo deseo, que es el ver nuestra patria restaurada, y todas sus familias restituidas a sus propios hogares, a sus casas. Esto, sumiso, os pide el alcodiano, sólo a esto se reduce mi demanda; en paz dejadnos; ésta es nuestra tierra, nuestra cuna feliz, nuestra morada. Marchad a vuestro suelo originario, que el derecho de gentes ya declara que cada cual habite aquella tierra que del Cielo heredó. Esa infundada ambición y codicia que os domina en querer sojuzgar la tierra hispana, soy de sentir y creo no equivocarme, que os tienen que costar sobrado caras. Mis amados patricios, impacientes, de mi mensaje la respuesta aguardan, y en caso de no hacer lo que yo os pido, un terrible escarmiento se os prepara. ¿Visteis acaso un río caudaloso, cuyas corrientes las detiene y para un fuerte malecón y, apenas éste es roto por la fuerza de las aguas, su curso detenido con violencia e indecible furor por donde pasa todo lo arrolla, destruye y aniquila, y tras sí con rigor todo lo arrastra?De esta suerte vendrán sobre vosotros los alcodianos con fiereza tanta,que seréis de su ira vil trofeo, mísero estrago de su furia y saña. Esto os prevengo para que, prudentes, procuréis precaver vuestra desgracia. De nuestra parte está el Omnipotente, Aquél cuyo poder nadie contrasta; vuestra injusticia la conoce y mira y es preciso defienda nuestra causa. El enviará al Walí triunfante, ya me entendéis, a Jorge, cuya espada con fuerza irresistible y formidable cortará, cual segur, moras gargantas.
No os preciéis de invencibles, pues ya visteis al Walí en Huesca, en la feroz batalla de Alcoraz; en la toma de Mallorca; en Valencia, de nuevo hecha cristiana tras la acción del Puig de Santa Maria y en la gloriosa batalla de Alfama, donde os derrotó en fuga vergonzosa. ¿En qué fundáis, decid, la confianza? ¿Qué será de vosotros con tal Jefe, si los alcoyanos en unida alianza esfuerzan su coraje y arremeten al asalto con leonina rabia? ¿Qué caudillos os quedan sarracenos? Fenecida ya está la noble casta de Almanzor, de Yusuf, de Abderramán, héroes de la furia musulmana. No blasones con Al-Azraq, Zulema, Abrahim, Alabés, Reduán y Alba; os han de ser de muy poco remedio, pues son mezquinos de poder y alma. Si los anales de la historia antigua con reflexión leyerais y estudiarais, sabríais las victorias conseguidas en nuestra Reconquista, iluminada por un poder celeste en el combate venciendo a toda fuerza mahometana. En la cueva triunfal de Covadonga una hueste asturiana muy escasos venció, destrozó y os puso en fuga a pesar de ser pocos en batalla, pues por cada cristiano en dicha guerra cien moros por lo menos se contaban. El poder del gran Dios allí se vio y quedó por los nuestros la cruzada. Pelayo en Covadonga y en Asturias, Alfonso en tierras de León, hollaban vuestro furor; también Fernán Gonzàlez os venció en la llanura castellana; Sancho el Mayor opuso a vuestro embate su poder en el suelo de Navarra; Wifredo y Ramón Berenguer rompieron vuestro ataque a la tierra catalana, y en Aragón, Ramiro os venció a todos juntando con la Cruz su noble espada. El héroe burgalés, el Cid insigne, ¿cuántas banderas holló mahometanas? Todos fueron vuestra ruina y azote! Y, sobre todos, el que Dios depara en nuestros días para ser, sin duda, feliz restaurador de un Reino en marcha, el inmortal, invicto Rey Don Jaume, feliz aragonés de excelsa fama, cuyos triunfos igualan por entero el número que ha dado de batallas. Treinta y nueve hasta el día son sus triunfos, el Gran Conquistador todos le llaman, temedle pues, temedle, musulmanes, que apenas sepa que esta villa se halla en vuestro poderío, cual saeta vendrá a este campo a consumar venganza. Pero qué es lo que digo yo, cobarde ! Antes que sepa nueva tan infausta vengaremos nosotros el agravio; que el marcial alcodiano aún se halla con valor, con esfuerzo y ardimiento para eclipsar las lunas mahometanas. Gustoso verterá su noble sangre por su Dios, por su rey y por su patria. Resueltos a ello están; esto supuesto, mirad qué respondéis a mi demanda. Si acaso resolvéis aquí quedaros, la ruina y la muerte se os prepara; mas si queréis, pensando con cordura, volvernos a entregar la villa y plaza, os saldréis sin lesión; y en fe de ello desde ahora os empeño mi palabra. Mirad qué respondéis, pues impacientes mis compatriotas la respuesta aguardan.
CAPITÁN MORO.-Si no te indemnizare de embajador el nombre, te aseguro que puede que llegare mi cólera y furor a tanto apuro, que en mis fuertes y membrudos brazoste hiciere, aragonés, cien mil pedazos. Responde a la embajada (dirigiéndose a su embajador), di a esa mísera gente que la espero cuanto antes, pues parécenme siglos los instantes.
EMBAJADOR MORO.- Os hacen muy poca fuerza vuestra ruina y desgracia.¡ Aún os mostráis altaneros, con despreciable arrogancia! No merecía respuesta tu embajada temeraria, mas ve y dile al que te envía que aquí Al-Azraq aguarda. Di a Pelayo que resurja, dile al gran Cid que renazca, invoca a Fernán Gonzàlez y a los demás que decantas, que se unan a ese rey aragonés de alta fama. Vengan con todas sus huestes y sus victoriosas armas, que de escabel servirán a las invencibles plantas del gran Mahomat que es terror de vuestra vencida patria. Si Don Jaume sus victorias numera por sus batallas, según ufano nos dices, puede que sea llegada la hora en que ha de empezar sólo a enumerar desgracias. Van a fenecer sus dichas y una terrible mudanza conocerá cuanto antes, que ese orgullo, esa arrogancia, esa insufrible altivez, esa molesta y pesada vanagloria, Al-Azraq es el que tiene que ajarla. Si nosotros le buscamos, tú con él nos amenazas! Nuestro gran gusto sería que ahora mismo se avistara por la cumbre de esos montes y a estos valles bajara a vindicar, como dices, vuestra vejación e infamia, para que vieses, cristiano, su altivez pronto humillada. No arguyas sobre el derecho de posesión de tu patria; es quimérica disputa e invención sólo soñada. Si vosotros despreciasteis las ofertas tan honradas con que se os brindó, id ahora a llorar vuestra desgracia a otro sitio, que en Alcoi no hay cabida, no hay entrada. Si con armas pretendéis desalojarnos, qué infaustas desgracias se os esperan y sin remedio os aguardan! Cristiano, piénsalo bien, di a tu gente que se vaya, que busque amparo y retiro en las cuevas o montañas; que viva en paz algún tiempo si es que la vida le agrada; mas si acaso, aborrecido, la muerte gustoso abraza, di que venga, que en el sable mahometano ha de hallarla.
EMBAJADOR CRISTIANO.- Vengaremos nuestra injuria y si acaso en la campaña morimos, será con honra, que el honor es lo que abraza en toda acción el cristiano, no ambición desordenada, como domina a vosotros.
EMBAJADOR MORO.- Modera locas palabras, refrena tus locos dichos, que tu libertad se pasa a ser una desvergüenza muy punible y temeraria.
EMBAJADOR CRISTIANO.-¿Desvergüenza es la verdad? De esa suerte, moro, hablas porque el muro te defiende, yo vengaré tu arrogancia. ¿De desvergonzado y loco me vilipendias y tratas?¿Necios, dices, son mis dichos porque vindico mi fama? Hablas con tal libertad porque el castillo te ampara!
EMBAJADOR MORO.-También en medio del campo, con la lengua de la espada hablaré cuando tú gustes.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Pronto será.
EMBAJADOR MORO.- ¡ Ea! Marcha. Y ven luego, que te espero.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Vendré a humillar tu arrogancia.
EMBAJADOR MORO.-Vendrás a exaltar mi honor.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Vendré a vindicar mi fama.
EMBAJADOR MORO.-Vendrás a ser el tapiz de las huestes mahometanas.
EMBAJADOR CRISTIANO.-Aborrezco tanto orgullo...
EMBAJADOR MORO.-Me fastidian tus palabras!
EMBAJADOR CRISTIANO.-Callemos y en la ocasión hablen sólo las espadas.
EMBAJADOR MORO.-Di a los tuyos: ¡guerra, guerra!
EMBAJADOR CRISTIANO.-Di a los tuyos: ¡armas, armas!.

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